Lo «no esencial» es invisible a los ojos… del Gobierno

72 días.
1.728 horas.
103.680 minutos.

Vistos así son simples números pero si en cada uno de esos más de cien mil minutos hubieras vivido con incertidumbre cómo hacer para trabajar y llenar un plato de comida, estoy seguro que la sensación sería terriblemente angustiante.

Y eso es lo que le paso a la librería “Dara”, si estuvo cerrada dos meses y medio a causa de la cuarentena obligatoria que dispuso el Gobierno Nacional. Mientras el Presidente de la Nación se paseaba de conferencia en conferencia estableciendo una dicotomía bastante autoritaria como lo fue “salud o economía”, presentando pilas de procedimientos burocráticos de habilitaciones e intentando establecer un relato épico victorioso, en “Dara” lo único que querían era volver a trabajar.

Lo que digan, el relato o la pelea discursiva, no van a hacer recuperar los días donde Carol no pudo abrir su negocio porque su actividad “no era esencial”.

El Gobierno en ningún momento pensó en la economía y la salud en simultáneo, y es probable que leyendo estas líneas alguno de los funcionarios me retrucara con números enormes de cantidades de dinero que mediante distintos mecanismos enviaron a la calle para paliar los efectos de la cuarentena. Es una pena que no se haya apuntado al equilibrio posible, sabiendo que nadie desea enfermarse, pero tampoco desea (ni es algo que resulte viable) perder el trabajo. Lo que digan, el relato o la pelea discursiva, no van a hacer recuperar los días donde Carol no pudo abrir su negocio porque su actividad “no era esencial”.

Trabajar es esencial

Hay millones de argentinos que se levantan cada día y lo único que quieren es salir a laburar para llevar un plato de comida a su mesa. Si, aunque suene raro para muchos, hay millones de argentinos que quieren trabajar y no depender de un IFE o algún otro subsidio. El 27 de enero de este año Alberto Fernández dijo en un acto en Moreno: “El objetivo nuestro es que todos recuperen la dignidad del trabajo en la Argentina. No vamos a vivir en paz sabiendo que hay gente que no tiene un lugar donde encontrar el sustento diario para ellos y sus hijos y vamos a trabajar para lograrlo”. No pasó mucho tiempo para que decidiera sacarle esa dignidad durante más de dos meses a Carol que, hasta ese momento, se levantaba todos los días para darle de comer a sus cinco hijos.

Hoy estamos ante una de las peores crisis económicas de nuestra historia y los resultados sanitarios tampoco fueron satisfactorios, esa dicotomía que nos plantearon quedó en el pasado. El caso de la librería “Dara” es una historia entre miles que el gobierno debería haber escuchado en su momento pero no lo hizo, porque lamentablemente parece ser que lo NO esencial es invisible a sus ojos.

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